GRACIAS A LAS CAFETERÍAS
Una cafetería, ese espacio donde uno se para, se sienta, a tomar algo, lo que sea, para saciar su sed o hambre, o simplemente para pasar el rato con alguien. Grandes momentos y grandes recuerdos dejan algunas cafeterías. Seguro que recordáis alguna cafetería especial. Aquella que sirvió de cobijo de una tormenta, aquella que fue el escenario de la primera cita con aquella chica, aquella donde os hicisteis una foto con los colegas en aquel viaje, aquella la cual te sirvió de perfecto lugar para tan solo pensar cuando lo necesitabas.
Recuerdo la cafetería de Andorra, al lado de la tienda de los packs de tabaco, con mi café con leche calentito que tanto se agradecía en aquel frío. Javi comentando el plan del día, Pablete intentando aclarar lo pasado la noche anterior en aquel garaje oscuro que los andorranos pensaban que era un pub, jaja, y Siso con sus peculiares temas pidiéndome las cartas.
Recuerdo aquella cafetería de Hondarribia, “Fuenterrabía para los españoles”, comiéndome un buen bocata de tortilla de queso y bebiendo zumo mientras comentaba con Pedro, Inés, Adrián y Jessica la primera noche en el norte, aquella en la cual volaban las tiendas de campaña. O también, la cafetería de Lugo, llena de estudiantes, o la cafetería de un albergue de Cantabria donde nos zampamos, degustamos mejor dicho, las anchoas de Santoña recién adquiridas. Qué bonito es el norte de España! Y lluvioso…
Siguiendo en Cantabria, pero unos cuantos años atrás, recuerdo la cafetería perdida por el camino en la cual paró el autobús, con mi clase de cuarto de ESO, porque fue la primera parada de un gran viaje. Como no recordar otra cafetería de aquel momento, la de aquel pueblo que daba fin a una caminata por los picos de Europa y que nos dio cobijo cuando la tormenta ya se volvió tan feroz como espectacular y emocionante.
La cafetería del insti, el último año, mira que era fea la cafetería, pero que grandes momentos. Especialmente el último, aquella comida de toda la clase, con mi camiseta del valencia, con grandes amigos. Cuanto daría por volver atrás veinte minutos para volver a tomarme una de aquellas coca-colas en la cafetería.
A pesar de mi maltrecha memoria, recuerdo la cafetería de la inolvidable París donde jugamos un sorteo y tocó, poco, pero nos dio para pagar el desayuno, ganamos, y desayuno gratis, uo la la. Y lo bien que sonaba decir “si vou ple a croassaint” en le France. O aquella cafetería de la preciosa Burdeos, tan pequeña, tan acogedora, cerca del hotel. Cualquiera de aquellas cafeterías francesas, los tres (el cuarto no lo recuerdo, jeje), Pedro e Inés con la guía presentando las aventuras de cada día, y yo con el mapa y con el diccionario aprendiendo francés, para luego decir “obua” a cualquier cosa, andaa quee…
La cafetería fría del hospital Clínic, pensativo, un poco cagado, mudo, una cafetería fea pero necesaria. O la más reciente cafetería de otro hospital, la Fe de Valencia, más bulliciosa, menos silenciosa, pero igual de fría, con mi café con leche, asqueroso (no me gusta el café, algún día tendré que darme cuenta, jeje), pensativo, y también, un poco asustado.
La cafetería de las guardias en la sede del Valencia. Con el xute de Olivia, pidiendo con Luis el almuerzo o comiendo con el resto de fenómenos con un ojo y medio puesto en la sede, es Fernando!! Es Villalonga!! Es Eto´o!! Es cristiano Ronaldo!! jaja.
Esas otras cafeterías que cierran esas grandes noches. Medio ciegos o ciegos del todo, entra una porción de pizza y una coca cola, claro, o lo que sea, no te puedes acostar con la “panxa buída”, eso es malísimo, “peor que mil pastillas del Cristales y el Algarrobo juntas”, jaja. Y las cafeterías que fueron escenario de las citas. De esas te quedan recuerdos buenos, románticos, muy cursis, si, con el primer besiko y tal y cual, recuerdos decepcionantes, porque ni el besiko ni el tal y cual llegó o porque no encontraste en ella a quién tu buscabas, o incluso recuerdos graciosos, cuando tiras la taza de café, empiezas a decir chorradas sin parar…los nervios sí, que cosas.
Este recordatorio ha sido mi humilde homenaje a las cafeterías. Gracias a cada una de ellas por ser ese espacio tan único, tan inolvidable.
(Cuando uno no comprende las cosas que suceden se cabrea y no sabe que decir. Cuando uno enfadado no sabe lo que decir, hace lo más fácil, pegar cuatro ostias y decir seis tonterías, u otra posibilidad, callarse. Quizá yo no comprendí porque a veces hay gente tan gilipollas y pasan ciertas cosas, así que pido perdón por si esta semana no me comporté como debiera con alguno de vosotros o vosotras)
¿Os acordáis de una de las cafeterías de vuestra vida? Si queréis podéis dejar vuestro comentario recordando alguna. El coste del comentario es 0,0 euros + IVA (Impuesto para las Vivencias de Aznar, el pobre lo estará pasando mal con la crisis y tiene sus gastos, esa pelu). Saludos.