miércoles, 10 de diciembre de 2008

Uuuuu...no abráis la ventana

TENGO MIEDO, ESTÁN CERCA...


Alineación al centro

No voy a contar la historia de los perros y los monos. Cuando leáis esto yo ya no estaré aquí. ¿Dónde estaré? Pues allí. Me molaba la frase para empezar.



Estoy asustado, aterrado, atemorizado…cagado. Esta noche me dirigía a mi hogar, situado en el centro urbano de Benifaió, sumergido en el frío invernal, mejor dicho, otoñal. Todo parecía tranquilo, relajado, silencioso, pero, a veces, el silencio suele esconder trágicas sorpresas. Observo el reloj de sol de la calle, son las nueve y seis minutos, demasiado pronto para lo que pensáis, muy tarde para lo que teméis, así que decido marcharme a casa para cenar.



Veo mi puerta desde la lejanía, me empiezan a temblar las piernas, ostia no, es el móvil que vibra, es un esemeeses (sms). Apago el móvil, no más sustos indolentes. Un paso, dos, tres, me acerco a mi destino, me detengo, veo algo impactante. Sin mover apenas la cabeza, con un sutil pero atrevido movimiento de ojos observo la ventana de mis tíos (viven debajo de mí), veo la ventana de mis vecinos musicales (los que igual te ponen a Andy y Lucas que te ponen a Estopa un domingo mañanero), miro la ventana de la vecina de enfrente, no me creo lo que veo, no reacciono.



Pasan segundos, para mí horas, por fin reacciono. Saco del bolsillo el carné del Club de Flan Dhul de mi cartera y lo cojo con todas mis fuerzas para que me proteja, de mi otro bolsillo saco las llaves de mi casa, abro la puerta, subo las escaleras rápido, no miro hacia detrás, no quiero mirar, no me atrevo, abro la puerta de arriba de mi casa, entro, con las llaves la cierro. Un respiro, ufff, abro la nevera me cojo un refresco y me saco el mero descongelado. Pongo la sartén sobre el fuego, cuando está caliente (yo no, la sartén) hecho el mero, espero unos minutos hasta que esté en su punto, mientras me cuento unos chistes (como el Arguiñano), me hacen gracia…en verdad no, pero me río…vale sí, es penoso. Me habían dejado una ensalada hecha, me la paso al plato con el mero y ceno. Enciendo la tele y veo un interesante reportaje sobre Buenos Aires, mi destino soñado, algún día lo conoceré.



Recuerdo lo que he visto hace ya media hora, el miedo vuelve a apoderarse de mí, soy una víctima del terror más despiadado. Tiro una zapatilla al televisor, lo rompo, tiro los platos al suelo, los rompo también, cojo un cuadro, lo rompo, ojeo la Superpop de este mes, la rompo (excepto el poster de Hugo Silva, por supuesto). Veloz como el viento me dirijo a mi habitación, allí, me guardo en un bolsillo unas mudas limpias por lo que pueda pasar, en el otro bolsillo me dejo mi discman con el CD de El Koala. En las manos sujeto el libro que todo hombre necesita en estos instantes “Cartas a un joven Español” de Jose Marí Aznar. Voy corriendo a la ventana de mi casa que da a la calle, la del salón. Cierro la ventana.



Allí estoy ahora, debajo de la ventana, ya han pasado horas, pero no se me quita de la cabeza la idea de que uno de ellos pueda entrar. Los he visto, con sus barbas blancas, sus vestidos rojos, con una bola blanca en la punta del gorro y escalando por las ventanas de mis vecinos. No les dejaré entrar en mi casa. Resistiré. No me rendiré. Tim Allen no entrarás. Protegeros hermanos, esto solo acaba de empezar, se acerca Navidad.



Por un mundo sin los tremendamente cursis Papa Noeles escalando por las ventanas, no seamos cutres. Un saludo de vuestro amigo, de vuestro amante, de vuestro vodka con limón, de vuestro lemur (muc, muc), de un neutro (gracias adrián, pobre arancha, ánimos arancha), de vuestro Carlos, carlitos, o simplemente litos, jaja. Gracias por ser la base de mi pizza, "sin champiñones y no te pases con el queso".




1 comentario:

Anónimo dijo...

loooko!!! yo stik iwal, protegint la meua finestra d eixos personatges malignes, tinc por tio!! Lluitant tots, defensant nostra casa eu conseguirem, fora pares noels escalaors!!!! "un braço" de part del vostr amic, del vostr ron en cocacola, de javi.

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